Hoy en día, parece
que la sociedad intenta evitar que las personas en general, y en especial los
jóvenes, pensemos como quien dice, por nuestra cuenta, tengamos ideas propias,
y una personalidad bien desarrollada, y con todo ello, seamos los protagonistas
de nuestra vida.
Hoy en día, la sociedad, a través de los diferentes medios
de comunicación nos abruma con estereotipos de belleza, de diversión, de
profesión ideal y de personas con una vida fácil, cómoda y llena de lujos. Todo
esto nos lleva a los jóvenes, en primer lugar, a querer ser como los demás, a
cumplir el prototipo, a que la sociedad nos acepte, a tener miedo a destacar
por el simple hecho de ser, pensar o simplemente vestir o divertirnos de una
manera que “ no guste”, no esté de moda,
o pueda hacernos parecer raros ante los demás.
En nuestra defensa diré, que de
esto nosotros no tenemos la culpa, es algo que desde hace años se cultiva en la
sociedad y probablemente no sea una novedad del siglo XXI, de hecho siempre ha
habido prototipos y modas. Pero lo propio de la gente joven, son sus ansias de
cambiar el mundo, y esto solo lo podemos conseguir con nuestro ejemplo,
adaptarnos a nuestra sociedad y a sus modas de una forma muy personalizada, lo
cual parece que no es posible, pero definitivamente lo es ¿o es imposible salir
a bailar y divertirte sin haber estado tres horas bebiendo antes? Mi
experiencia me dice que no, he rechazado copas muchas veces, y nunca me han
tachado de “rara” por ello. La clave está en afrontarlo con personalidad y
seguridad en nosotros mismos, tener convicciones y saber expresarlas. Tenemos
que ser rebeldes con causa, y aspirar a poner nuestro grano de arena para
conseguir un mundo mejor.
Desde pequeña tengo
vocación de profesora, y mi mayor miedo es aburrir a mis alumnos, tengo la
esperanza de poder transmitirles con mi ejemplo la pasión por lo que hago, no
solo para que se den cuenta de lo apasionante que es la biología, que lo es, si
no para que sientan que las cosas hechas con ganas, con esfuerzo y con gusto
son las que nos hacen realmente felices.
Que se note que somos jóvenes llenos de nuevas ideas, de
proyectos, y de ganas de exprimir la vida, sin que nadie lo haga por nosotros.
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