Para la princesa triste. Que está acompañada pero se siente
sola. Que se ha equivocado, que no era lo que esperaba, que ha dejado de sentir
mariposas en el estómago.
Que espera una flor y solo recibe promesas vacías, un beso después de un “estás preciosa”
cada mañana y la misma sonrisa forzada todas las noches cuando vuelve de
trabajar.
Para la princesa que sueña con viajar y ha de conformarse
con un paseo por la playa cada domingo, haga sol, viento o llueva.
Y que espera una cena para dos el día de su aniversario y
recibe la misma colonia cada año.
Para el príncipe que se levanta cada mañana desde hace años
pensando por que tiene tanta suerte con la preciosidad que duerme a su lado.
Que vuelve corriendo del trabajo y de nuevo encuentra la
floristería cerrada, y a pesar de su cansancio por lo menos no va a privar a su
princesa de su mejor sonrisa.
Que hace horas extra cada semana para llevársela de viaje. Que
siente impotencia al comprobar la subida de gastos del mes, otra vez será, ella
lo entenderá.
Que da vueltas por la ciudad buscando ese perfume que a ella
tanto le gusta.
Para el príncipe que se conforma con verla feliz. Que se
despierta y se acuesta pensando en ella. Que aguanta el frío de la playa en noviembre
con tal de pasar un rato con su niña.
Para ese par de ciegos. Él, que no encuentra la sonrisa que
le enamoró hace años. Ella, que intenta ver con los ojos cosas que son necesarias
apreciarlas desde el corazón.
Para que de una vez te des cuenta. Que no hay nadie en el mundo que pueda ocupar tu lugar. Que lo que tu hagas, la huella que tu dejes, en un lugar, en una persona, en el mundo, nadie la va a dejar por ti. Y es necesaria. Y puede que hoy te sientas inútil, sientas que estás solo,y vaya, hoy no has hecho más que criticar a todo lo que se mueve. Pero has salido de casa corriendo a clase, miras el reloj del móvil y sabes que vas a llegar tarde, por que el semáforo ha pasado de unsegundo verde a noventayseis eternos segundos en rojo, y como cada mañana si, mañana no, condiciona tu puntualidad. Y sabes, que el profesor cerrará la puerta unos tres segundos antes de que tu la vuelvas a abrir. Y en el segundo ochentaytres, lo tienes asumido, y abres Whatsapp, y tu novio ha vuelto a quedarse dormido. Y te das cuenta de que no eres tan desastre, que hay que tomarse la vida con más filosofía positiva, por lo menos llegarás, tarde, pero mejor tarde que nunca,¿ no? Y empiezas a odiar al tío de la bici, el llegará a tiempo, ¿en que momento dejé que mi hermana se llevara mi bicicleta? ¿PORQUE NO LA DEJÓ DONDE LE DIJE? y entonces odias a tu hermana, y te odias por habérsela prestado. El móvil vibra, "Buenos días, princesa". Y cada mañana la misma frase, y es especial, por que viene de él. Y cada mañana la misma sonrisa , pero hoy es especial. Por que el tío de la bici se ha fijado, y se la he contagiado, y su día probablemente será un poquito mejor. Y esa ha sido la primera huella del día. Y es que parece mentira, que no nos lo creamos. Pero es que no tienes ni idea de cuanto vales. De cuantas veces alguien piensa en ti con amor. Con cariño a tu forma de bailar, de cocinar, de contar chistes malos o de hacer las tres cosas a la vez. Con cariño a tu forma de quejarte por que vas a ganar 12 kilos después de comerte dos onzas de chocolate, o de justificarte después por haberte comido la tableta entera, total un día es un día, y te lo mereces. Y cuando ríes, por que le encanta tu sonrisa, y cuando lloras, por que ahora te puede abrazar más fuerte. Pero sobretodo, por que eres tu. Y nadie, nunca, dejará una huella como la tuya.
Desayuno en casa, mi madre me manda de nuevo callar, esta escuchando las noticias. Nos planteamos si es necesario conocer tanto sufrimiento cuando en realidad no podemos cambiarlo. Parece idílico pensar que realmente podríamos hacer algo. Porque en realidad, ¿quién tiene influencia?, ¿quién decide lo que se hace y lo que no? Parece que unos pocos tienen en sus manos la capacidad de alcanzar la paz mundial. Puede parecer algo que no está a nuestro alcancé, pero en realidad se trata de ir contribuyendo con pequeñas acciones.
La paz la podemos conseguir respetando a los que nos rodean. Por ejemplo, cuando estamos con nuestro amigo Pedro, que es musulmán, le respetamos como persona y le tratamos como uno mas, a pesar de que no compartimos sus creencias. Luego cuando vamos a un chino, nos encontramos con la chinita que no habla bien español, y le saludamos con una sonrisa sin pensar que somos superiores. Cuando nos tomamos un café en clase no dejamos el vaso en la mesa por respeto a las señoras de la limpieza. Al pagar en la villavesa agradecemos al conductor porque aunque sólo hace su trabajo, nos ofrece un servicio. En fin, se trata de poner cada uno un grano de arena para hacer de la convivencia algo agradable. Para cambiar la paz del mundo debemos primero cambiar nuestra propia paz y mejorar la de nuestro entornó.
Para poder transmitir paz al mundo debemos primero estar en paz con nosotros mismos, porque nadie puede dar lo que no tiene. Es importante tener curiosidades, ideas, iniciativas y tener la valentía de ponerlas en práctica. De esto nacerá un afán por mejorar personalmente para que con esto cambiemos el mundo. Estudiando biología en conciencia y con esfuerzo podemos forjarnos un prestigio profesional para en un futuro poder ejercer una mayor influencia.
Los que podemos conseguir la paz del mundo somos los jóvenes, esta en nuestras manos decir no al conformismo. Para mi es más fácil no preocuparme cuando total tengo un buen puesto de trabajo y vivo bien. Debemos intentar conseguir ese puesto deseado pero no como un fin egoísta si no como un medio para contribuir de forma positiva a la sociedad. En nuestra sociedad se vive un ambiente de progresista en el cual no importa el precio que haya que pagar para conseguir algo. Nosotros debemos ser jóvenes rebeldes, con sed de justicia que no se queden indiferentes ante estas situaciones.
Debemos formarnos profesionalmente lo mejor que podamos para así tener un criterio e ideas firmes con las que luego podamos producir un cambio.
Podía decir que esta mañana he
salido de prácticas de fisiología vegetal sintiéndome realizada. Cuando uno
realiza cortes epidérmicos de las hojas de varios ejemplares de distintas
especies vegetales, y observa maravillado la diferencia entre sus estomas,
puede asegurar, que no se ha equivocado de carrera. Y si además, sus compañeros
de prácticas tienen la misma actitud, de aprender y pasárselo bien, queda
confirmado que es un tiempo muy bien aprovechado.
Esto, claramente, no es algo que
suceda todos los días, ni a mi, ni a nadie. La verdad es una situación ideal.
Todos tendemos a mirar el reloj con ansias de que el tiempo pase más rápido y
por fin podamos salir de prácticas. Y lo mismo pasa con las clases. La única
diferencia es que las horas de clases están establecidas y en prácticas siempre
se oyen varios comentarios del tipo “¿acabará antes?”, o , “las prácticas del
grupo de los jueves siempre duran menos, habrá que decirle al profesor que se
dé más prisa con nosotros”.
Me entristece pensar que somos
gente afortunada, que podemos estudiar cosas que realmente nos gustan y que en
verdad, las disfrutamos mucho menos de lo que deberíamos. Recuerdo estar
estudiando para selectividad con una de mis mejores amigas y estar hablando de
cuantas ganas teníamos de estudiar la carrera, por fin algo que escogiéramos,
algo que realmente nos gusta. Y ahora nos miro hablando comentando del agobio
de los exámenes, la cantidad de prácticas, el horrible horario de clases, etc.
Vivimos constantemente agobiados.
Nos cuesta centrar nuestra atención en lo que hacemos, y esto nos impide
disfrutarlo. Siempre pensamos en que podríamos estar haciendo cosas más
divertidas, y esto nos distrae y evita que exprimamos nuestra vida.
Este problema que tenemos de no centrarnos,
de agobiarnos, tiene que ver con estar pensando constantemente en el futuro.
Tenemos en la cabeza en mil cosas a la vez, hace por una parte que no disfrutemos de lo que hacemos y por
otra que nos agobiemos por todo lo que nos queda por hacer o por las cosas que
nos preocupan y que nos gustarían solucionar en ese momento. Este verano estuve
hablando mucho con una amiga a la que se le juntaron muchos problemas, y cada
día era un constante agobio. Surgía un problema y le venían a la cabeza todos
los demás que en ese momento no podía solucionar, y eso generaba en ella una
angustia horrible, y de ahí se quedaba bloqueada, ya que tantas cosas en la
cabeza le impedían buscar soluciones. Hablando con ella le dije que a veces me
veía en su situación, y la única manera de salir de ese agobio, es solucionando
las cosas una por una, que cada cosa se arregla en su momento.
A veces pienso que sería bueno
organizar nuestra cabeza como un fichero, y sacar en cada momento la ficha que
toca, “ahora tengo clase y voy a aprovecharla”, “ahora tengo comida con mi
familia, voy a pasar un buen rato”, “estudiaré dos horas y luego haré otra
cosa” o “ahora quedé con mi amiga para solucionar un problema que tuvimos”.
Hay que disfrutar de la vida, sin
agobiarse, no como el vago que disfruta y elude sus responsabilidades, si no
como quien se toma sus responsabilidades con la actitud de quien disfruta
realmente de lo que hace.
Estaba pensando sobre qué tema escribir este ensayo, cuando
ayer, a la hora de comer, una de mis amigas contó horrorizada, que se acababa
de enterar que la madre de un conocido suyo, había “pillado con otra” a su marido,
y que por esto, ella, se había ido de casa.
A raíz de esto,
la conversación se prolongó, dando lugar a muchos otros casos parecidos, en los
que el padre abandonaba a su mujer, y en muchos de los casos a sus más de dos hijos,
y se iba con otra, con su secretaria, con una chica más joven, etc.
Después de eso estuve todo el día dándole vueltas a la
cabeza a estos temas, y la verdad, creo que he encontrado el tema de mi ensayo.
Cada día se escuchan más casos de infidelidades, de personas
que abandonan a su pareja e incluso a sus hijos, y se van con otras y otros.
Tristemente, es algo que cada vez se extiende más, y por ello, cada vez la
gente tiende a verlo como algo más normal, como una de esas “cosas que pasan”.
¿ Y de donde nace este problema? La verdad, hasta que empecé
a escuchar casos ajenos sobre estos temas, nunca me planteé que esto pudiera
pasar en mi familia. Lo cual, por una parte dice mucho que son cosas que nacen
de la educación, de los valores y de la forma que tienen unos padres de
transmitirle a sus hijos el modo de vida que a uno realmente le hace feliz,
tanto a tus seres queridos como a ti mismo.
Por lo tanto el problema nace, con la formación que uno recibe desde
pequeño. Uno verá como normal y bueno lo que ve en su casa.
Esto me lleva a pensar, que el problema reside, en que el
concepto de felicidad hoy en día está muy equivocado. Muchos son de la opinión
de vivir el momento, de estar con alguien en la medida y durante el tiempo en
el que te pueda hacer feliz, que los problemas que surgen con otra persona hay
que cortarlos de raíz, y esto lleva a divorcios, abandonos e infidelidades.
Sweet home Alabama
Se ha perdido el valor del compromiso. ¿Acaso una persona no
escoge con quien pasar el resto de su vida? ¿No promete que éste dure en lo
bueno y en lo malo? Parece que no. Ahora se opta por escoger con quien voy a
pasar mi vida de momento, mientras dure lo bueno. Muchos no son conscientes de
que todas las personas pasamos por distintos momentos, y que precisamente
cuando las cosas están peor, es cuando uno tiene que ser más fuerte, y ante
todo no tirar la toalla. He visto muchas veces discutir a mis padres, a mi
hermana y su marido, y yo misma he discutido con mi novio muchas veces, y en lo
único que podía pensar, era en que quería solucionarlo; luego te das cuenta de
que salir de esas situaciones te une más a la persona, y hace más fuerte ante
los problemas futuros.
¿Dónde se quedaron las ganas de cultivar y cuidar el amor cada día? ¿Qué lleva a las
personas a rendirse y a llegar al extremo de buscar consuelo en otra persona.
Capricho, incomprensión? ¿Las personas que creemos en el amor para toda la vida
estamos en peligro de extinción? Puede que haya visto muchas películas de
Disney, pero al contrario de lo que dicen muchas chicas, es algo que me ha
hecho mucho bien. Ver como alguien tiene la suerte de enamorarse, ser
correspondido, escoger vivir su vida con esa persona y desear poder hacerla
feliz cada día es un regalo que, incomprensiblemente, parece que está perdiendo
su valor.
Hoy en día, parece
que la sociedad intenta evitar que las personas en general, y en especial los
jóvenes, pensemos como quien dice, por nuestra cuenta, tengamos ideas propias,
y una personalidad bien desarrollada, y con todo ello, seamos los protagonistas
de nuestra vida.
Hoy en día, la sociedad, a través de los diferentes medios
de comunicación nos abruma con estereotipos de belleza, de diversión, de
profesión ideal y de personas con una vida fácil, cómoda y llena de lujos. Todo
esto nos lleva a los jóvenes, en primer lugar, a querer ser como los demás, a
cumplir el prototipo, a que la sociedad nos acepte, a tener miedo a destacar
por el simple hecho de ser, pensar o simplemente vestir o divertirnos de una
manera que “ no guste”, no esté de moda,
o pueda hacernos parecer raros ante los demás.
En nuestra defensa diré, que de
esto nosotros no tenemos la culpa, es algo que desde hace años se cultiva en la
sociedad y probablemente no sea una novedad del siglo XXI, de hecho siempre ha
habido prototipos y modas. Pero lo propio de la gente joven, son sus ansias de
cambiar el mundo, y esto solo lo podemos conseguir con nuestro ejemplo,
adaptarnos a nuestra sociedad y a sus modas de una forma muy personalizada, lo
cual parece que no es posible, pero definitivamente lo es ¿o es imposible salir
a bailar y divertirte sin haber estado tres horas bebiendo antes? Mi
experiencia me dice que no, he rechazado copas muchas veces, y nunca me han
tachado de “rara” por ello. La clave está en afrontarlo con personalidad y
seguridad en nosotros mismos, tener convicciones y saber expresarlas. Tenemos
que ser rebeldes con causa, y aspirar a poner nuestro grano de arena para
conseguir un mundo mejor.
Y en segundo lugar, quería hablar sobre la vida fácil que
tanto nos publicita la sociedad actual. La vida cómoda, sin complicaciones ni
compromisos, parece que es el sinónimo a vida feliz. Esto nos lleva por una
parte a conformarnos, y por otro lado a no ser capaces de ver las cosas
importantes de la vida. No es la primera vez que escucho que alguien quiere
estudiar X carrera por el alto sueldo que cobraría en la correspondiente vida
laboral, y que además supondría poquísimas horas de trabajo y muchas
vacaciones. También escuché a otros que se sentían obligados por sus padres a
estudiar algo que no les apasionaba por el prestigio que ello supondría. Yo,
personalmente, tuve la suerte de que mis padres me educaran en la teoría de que
lo que importa es hacer algo que realmente te apasione, que un trabajo hecho
sin ganas, siempre pensando en la hora de salida, en las fechas de
vacaciones, un trabajo que es visto como
un simple medio para comer y poder permitirse diversiones lejanas al mundo
laboral, es un trabajo carente de sentido. Y desde luego mi punto de vista es que eso está muy lejos
de una vida feliz.
Desde pequeña tengo
vocación de profesora, y mi mayor miedo es aburrir a mis alumnos, tengo la
esperanza de poder transmitirles con mi ejemplo la pasión por lo que hago, no
solo para que se den cuenta de lo apasionante que es la biología, que lo es, si
no para que sientan que las cosas hechas con ganas, con esfuerzo y con gusto
son las que nos hacen realmente felices.
Que se note que somos jóvenes llenos de nuevas ideas, de
proyectos, y de ganas de exprimir la vida, sin que nadie lo haga por nosotros.
Supongo que si voy a escribir mi biografía debo empezar
presentándome. Pues bien, mi nombre es Lucía. Nací el 20 de octubre del 93, o
sea que tengo 19 años. Soy gallega, aunque mi acento no siempre me delate, si
lo hace mi uso de los verbos. A lo que iba, soy de La Coruña, y allí viví toda
mi vida, hasta hace algo más de dos años, claro. La Coruña me gusta, es una
ciudad pequeña que tiene de todo, con playas preciosas, gente simpática y un
clima… especial, siempre oí que los extremos nunca fueron buenos, ósea que el
tiempo de la Coruña debe ser perfecto, ni mucho frío, ni mucho calor, ¿Cómo es
entonces? Pues depende, eso si, el pelo de Mufasa que se te pone, bien
demuestra que la humedad allí de relativa tiene poco.
Desde que nací, viví en un piso en el centro de la ciudad,
en un edificio donde vivía toda mi familia paterna, ya que mi abuelo fue el que
mandó construirlo, y cuando tenía ya 12 años, nos mudamos a una urbanización a
las afueras de la ciudad, no os penséis que las afueras son muy lejos, que la
Coruña no da para tanto. Este cambio hizo que mi hermana Laura, que es tres
años menor que yo, y yo nos cambiáramos de colegio por primera vez cuando yo
iba a pasar a secundaria, ya que el colegio anterior nos quedaría “lejos” ,
entre comillas, de casa. No voy a hablar sobre ese colegio, debido a que solo
estuvimos un año, creo que eso ya dice bastante. En cambio el primero estaba
bien, era un cole de monjas, con muchísimos alumnos, una comida malísima en el
comedor (también tengo que decir que soy bastante crítica gastronómicamente
hablando, pero creo que era una opinión bastante generalizada), y unas
buenísimas clases de patinaje artístico, a las que fui cuatro años. Después de
nuestra estancia exprés en el segundo colegio, fuimos a un colegio de niñas, al
principio era raro que no hubiera chicos en clase, pero luego se vio que todo
tiene sus cosas buenas, y dejando ese detalle de lado, fue el colegio sin duda
que más me gustó. El haber estado en tantos colegios, me ayudó mucho a conocer
a todo tipo de personas, a abrir mi mente, a valorar que un profesor se
preocupe más o menos por sus alumnos, y a muchas cosas que hicieron que ahora
sea como soy.
Tengo dos hermanas, de 33 y casi 17 años y un hermano de
casi 31. Mi hermana María, la mayor se casó muy joven y desde que tengo 11 años
soy tía, tengo tres sobrinos preciosos. Mi hermano Rafa hace poco descubrió la
importancia de estudiar y acaba de terminar la carrera, quien lo diría, estamos
orgullosos de el. Y a mi hermana pequeña, que ya no es tan pequeña solo le
queda un año de cole, desde pequeñas hemos estado muy unidas.
Yo estudio biología, tengo vocación de profesora desde que
soy pequeña, aunque lo que más me gusta es cocinar y los niños. Entre mis
amigos siempre fui la “mami del grupo”. Me gusta madrugar y aprovechar las mañanas, arrastrar a mis amigos a todos los planes sea de día o de noche, patinar, nadar, viajar, salir a bailar, el cine, leer…y los helados en cualquier época del año. Siempre fui una niña tímida, que a veces le importaba demasiado lo que pensaran los demás, pero bueno, como quien dice, la vida me hizo aprender a que hay que superarse. ¿Mi vida en 600 palabras? Un reto.